Visión Social
Pedro Miguel Funes
Ignacio de Antioquía fue un obispo de los primeros tiempos del cristianismo y, al parecer, ejerció su cargo en la ciudad de Antioquía del año 69 al 107. Conoció a algunos apóstoles, probablemente a Pedro, de quien sería su segundo sucesor en aquella ciudad, y a Pablo.
En las cartas que escribió se halla la conciencia sobre ciertos temas sociales a los que la sociedad pagana de aquellos tiempos no prestaba atención. Él se queja de la indiferencia ante tales problemas.
En su carta a los cristianos de Esmirna se lamenta de las doctrinas paganas y de sus sostenedores porque a los necesitados "nada se les da por la caridad, no les importa la viuda y el huérfano, no se le da nada al atribulado, ni se preocupan de quien esté encadenado o suelto, hambriento o sediento". Con estas observaciones el obispo no hablaba de novedades dentro de los cristianos, sino que muestra que la atención a los necesitados se consideraba como algo inherente al cristianismo.
Considerando la cultura de su tiempo -que no alcanzaba todavía la conciencia que ahora se tiene sobre la esclavitud como contraria a la dignidad humana- puede también valorarse lo que recomendaba a su amigo Policarpo, obispo de Esmirna, a quien decía: "No trates altivamente a esclavos y esclavas; más tampoco se engrían ellos, sino traten, para gloria de Dios, de mostrarse mejores esclavos, a fin de alcanzar de Él una libertad más excelente". Con ello se capta que en la comunidad cristiana se encontraban miembros de esta categoría social y que se buscaba tratarlos bien.
Por otra parte, habla también de una especie de cajas de ahorros, que probablemente se usaban en las comunidades cristianas, pero exhorta sobre todo a las buenas obras diciendo: "Vuestras cajas de fondos han de ser vuestras buenas obras, de las que recibiréis magníficos ahorros".
Ignacio se distinguió también por su doctrina sobre la constitución de la Iglesia, que proviene de Jesucristo a través de los apóstoles, por lo que daba especial importancia al papel de los obispos.
Murió mártir en Roma en tiempos del emperador Trajano. Precisamente de camino, como prisionero destinado a las fieras, fue escribiendo sus cartas, mostrando una gran valentía y convicción. Es venerado como santo en la Iglesia Católica, Ortodoxa, Copta y Siriaca. Se puede decir que en sus escritos se encuentra un testimonio de lo que hoy llamamos conciencia social y puede ser una motivación para nuestro propio compromiso social.